Una escuela democrática en Holanda: De Vallei

Créditos fotográficos: Marina Popova

Créditos fotográficos: Marina Popova

No verás estudiantes con gesto aburrido, puertas que se cierran o abren sólo cuando suena el timbre, ni profesores dictando clases magistrales. Pero lo que sí puedes encontrarte en De Vallei es a cualquier niña o niño sentado en la mesa de la directora, usando el ordenador, mientras otros corren por el jardín o leen cómics en un sofá. Si escuchas atentamente quizá incluso llegues a oír un piano que suena en algún rincón. En esta escuela cada alumno tiene voz en las decisiones que le afectan, es responsable de seguir las normas que entre todas han decidido, y sabe que los adultos no están ahí para imponer ni para juzgar, sino para acompañar y ayudar.

De Vallei, como tantas otras escuelas democráticas, nació de la iniciativa de un grupo de familias, impulsada por Maaike van Mourik, su actual directora. Como madre, Maaike buscaba sobre todo un lugar donde sus hijos pudieran aprender a su propio ritmo, sin presiones y respetándose su individualidad. Empezó en su casa, con un pequeño grupo de niños y niñas entre los que estaban sus dos hijos. Hace casi diez años desde entonces, y hoy la escuela –que ha pasado la inspección del ministerio de educación y recibe financiación estatal– cuenta con unos cincuenta estudiantes de entre 3 y 14 años, que pueden relacionarse entre sí (y con los adultos) sin barreras de edad o de nivel: en las escuelas democráticas los alumnos no están separados por cursos, lo que tiene incontables beneficios para su aprendizaje intelectual y social1.

Dándonos una vuelta por la escuela vemos una sala comunitaria donde niños y adultos comen juntos, charlan, leen... hay también un taller de carpintería y bellas artes, un aula de música, y una sala de juego para los más pequeños. Regularmente acuden a De Vallei personas (algunas de ellas son madres o padres de alumnos) que comparten con las niñas y niños sus conocimientos y su pasión por actividades que van desde la alfarería al mundo empresarial. Maaike nos explica cómo en esta escuela el aprendizaje de contenidos no es tan relevante como el aprendizaje de lo que la OCDE denomina "Habilidades y competencias del siglo XXI": aprender responsabilidad, pensamiento crítico, iniciativa, a resolver problemas y a enfrentarse a situaciones nuevas, aprender habilidades sociales y comunicativas, a encontrar y seleccionar información, a descubrir tus propios talentos e intereses, y a ser autodidactas. Aprender, en definitiva, a ser personas capaces de vivir su vida por sí mismas.

En De Vallei no hay clases obligatorias, y las niñas y niños pueden elegir entre tres formas de aprender: el juego libre (una actividad espontánea, sin planificación ni objetivos previos, y cuyos resultados se ven a posteriori), descubrimiento, y destreza (estas dos últimas responden a una planificación previa, pero se diferencian en que en el descubrimiento el proceso es más importante, y en la destreza lo primordial es el resultado). Los niños que eligen aprender por destreza tienen que saber de antemano qué quieren lograr y deben asumir la responsabilidad de asistir a las clases necesarias hasta que alcancen ese objetivo. En este proceso los adultos actúan como facilitadores, y cada niña o niño cuenta con un "mentor" que le apoya a lo largo del curso.

Hemos pasado varias horas con Maaike conociendo una escuela donde la libertad es un requisito –como no puede ser de otra manera– para el aprendizaje de la responsabilidad. Pero esta responsabilidad no parece pesar a nadie: niños y adultos conviven en un ambiente amigable en el que se oyen risas, y en algún lugar un piano. Nos acercamos: un adolescente interpreta una melodía clásica. Es autista. Pero aquí, donde cualquier momento es bueno para una clase de música, eso importa mucho menos que la sensibilidad de este chico que acaricia las teclas.

14 de abril de 2014

Con nuestro agradecimiento a David y Acerina

 

1Al respecto podéis consultar el informe de Roser Boix Algunas reflexiones sobre el valor pedagógico del aula rural, así como el de Peter Gray (en inglés) titulado The Special Value of Children's Age Mixed Play.