Diego, Diana y Jara
Desde que nació Jara hace seis años no hemos parado de aprender, con ella y de ella, que es la mejor maestra. Entre otras muchas cosas, hemos aprendido que cada niña y niño viene al mundo con un apetito voraz por descubrir y conocer que sólo desaparece si los adultos nos lo proponemos (y a veces, afortunadamente, ni por esas).
Nos gustaría pensar que aunque sólo somos una madre y un padre, con este proyecto podemos sembrar y cuidar una semilla que crezca alta y que dé cobijo y sombra, cuando sea árbol, a las niñas y niños por venir. Somos idealistas, es cierto, pero tenemos los pies en la tierra: no en vano nuestra formación académica, como ingeniero aeronáutico y psicóloga social, nos ha imbuido del método científico, entre otras cosas más o menos terrenales.
Ya que hablamos de cuestiones terrenas, entre nuestras pasiones están columpiarnos, chapotear en los charcos, inventarnos canciones infantiles con rima asonante, cocinar y devorar tortilla española y madalenas, tocar o hacer que tocamos instrumentos musicales variopintos (desde la armónica a la flauta de émbolo, pasando por la batería y la trompeta) y hacernos a mano nuestra propia ropa.
Como podrás imaginar, en este viaje es Diego quien tiene a su cargo sobre todo las cuestiones técnicas y de logística, y Diana la que ejerce casi siempre de portavoz y de redactora. Pero el papel más importante, el de capitana de la expedición y relaciones públicas, lo tiene indiscutible e indisputablemente Jara, que lo hace de mil maravillas.
Desde hace seis años miro el mundo con ojos de madre, creo que no podría volver a mirarlo de otra forma. He estudiado (es decir, memorizado) muchas cosas, aprendido bastantes menos. Leo con pasión feroz sobre educación, crianza, psicología, antropología, neurociencia, filosofía, literatura y no soy capaz de vivir sin música. Me gusta viajar ligera, y lo primero que he querido dejar atrás en este viaje (aunque me cueste) es el mal humor.
Soy un aprendiz profesional. ¿Se puede concebir un trabajo mejor? En mi tiempo libre controlo aviones, amaso pan y trasteo con lo que caiga entre mis manos, desde una placa Arduino a un libro sobre casas en los árboles, pasando por guitarras desafinadas. La mayor parte de mi tiempo la empleo asistiendo a las clases de la mejor profesora particular que se pueda tener: ¡mi hija de dos años!
Si Jara pudiera escribir seguramente sería algo así:
Me gusta volar por los aires, dar volteretas, colgarme de una rama y comer ciruelas. Me gustan los perros, la playa, dibujar en la arena. Me gusta cantar, mojarme las manos, aprender letras. Soy Jara. Y le saco una carcajada a quien me vea.