Congrés-Indians es una escuela pública de educación viva y activa en Barcelona, basada en el cuidado de todas las personas que forman la comunidad educativa. Una escuela que rebosa ilusión desde que abrió sus puertas en septiembre de 2010 con cincuenta niñas y niños. Sus fundadoras, entre ellas Isabel Rodríguez y Desirée Hortigón, entienden este lugar como un organismo vivo, un espacio de convivencia y de intercambio relacional donde están en equilibrio la pedagogía de las emociones y el aprendizaje intelectual.
La escuela proporciona un ambiente rico en materiales, donde los niños se sienten emocionalmente seguros y pueden gestionar sus tiempos y sus actividades asistidos por las maestras, lo que impulsa su creatividad, su sentimiento de confianza y el desarrollo de todo su potencial humano.
En la escuela las familias son siempre bienvenidas, cuentan con un espacio propio y se facilita que participen y se impliquen cotidianamente, aceptándolas como parte esencial del proyecto educativo. Tanto a la entrada como a la salida, las familias pueden entrar en las aulas y acompañar a sus hijos e hijas (y al resto de niños) durante un tiempo compartido, relajado, y que supone para los niños una transición suave entre la escuela y la familia. Las madres y padres, a diferencia de otros centros educativos, pueden permanecer toda la jornada en la escuela acompañando a sus hijos e hijas durante el periodo de adaptación.
Cada niño y cada niña aquí puede aprender a su ritmo, porque sin tiempo no hay reflexión, ni experimentación, ni descubrimiento… Y puede aprender desde lo que suscita su curiosidad y su afán de ser parte del mundo y de reconocerse en él.
Congrés-Indians tuvo la amabilidad de abrirnos las puertas durante una semana para que pudiéramos filmar su día a día para el documental Corriendo por las olas, y mostrar una forma de acercarnos a la infancia desde el acompañamiento respetuoso, poniendo el acento no en los resultados sino en los procesos.
Lo que sigue es la transcripción de los primeros minutos de la entrevista con Desirée Hortigón e Isabel Rodríguez, filmada el 22 de octubre de 2014:
Diana (Esto no es una escuela): ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? Porque no es la trayectoria más habitual para una maestra...
Isabel (Congrés-Indians): Nos conocimos en una escuela que se llamaba Mestre Morera, allí trabajaban teniendo en cuenta aspectos emocionales de los niños... Y nos gustaba mucho cómo trabajábamos.
Estaba Desirée, Astrid, que también es otra maestra que ahora está de baja… Inma, estaban también Mar y Susana. Allí nos conocimos.
Desirée (Congrés-Indians): Allí comenzó un feeling. Nos encontramos y hablamos de la escuela, de cómo podíamos tirar todo el proyecto adelante. Era algo muy interesante y nos dimos cuenta de que había que hacer algo con todo esto. Allí comenzamos a contactar.
Y allí nos vino una oportunidad, a través de Astrid, de poder crear una escuela desde cero, y entonces dijimos: pues todo lo hemos hablado en la escuela anterior, que ya lo íbamos poniendo en práctica... poco a poco, en la medida que pudimos… porque cada escuela tiene su metodología y esta también tendría sus cositas. En esta escuela dijimos: «Sí, se puede», y decidimos dar un gran salto. Vamos a mirarlo todo, vamos a formarnos, porque ha sido una formación dejar la mochila que llevábamos de la maestra que éramos.
Para mí era un cambio muy grande el empezar la escuela. Era como dejar todo lo que sabías y reciclarme, renovarme, comenzar a buscar. Nos hemos definido como muy buscadoras. Porque hemos buscado muchas escuelas para poder ver lo que se hace en otras partes y poder adaptarlo a nuestra realidad, al día a día.
Isabel: A ti y a Astrid también os ha coincidido mucho con el hecho de ser madre.
Desirée: Sí, también ha coincidido con la maternidad. A mí personalmente el hecho de ser madre me llevó a conocer grupos de crianza. Empecé a conocer escuelas pequeñitas que no conocía, y a ver una manera de hacer diferente.
Y desde entonces comencé a pensar cómo llevar todo esto a una escuela pública. Con nuestro currículo, pues vamos a ver lo que se puede hacer, cómo podemos hacerlo, cómo abrirlo, si es posible...
Porque todo allí se puede adaptar, los materiales, el acompañamiento que hacemos. En todos lugares lo pone que niño tiene que ser protagonista de su aprendizaje, solo hay que acompañarle en este proceso y este camino.
Y con el currículo en mano, con toda nuestra ilusión, nuestros sueños, nos pusimos a crear.
Y lo que decía Isa, el hecho de ser madre y poder acompañar a un niño pequeñito desde que nace, y ver que siempre aprende, que está con ganas de aprender, de conocer el mundo… Que no tienes que hacer nada especial, ni estrambótico para que cualquier cosa le asombre. Todo esto ha sido una indagación muy personal acerca de nuestras raíces, acerca de dónde venimos y eso también nos ayuda a saber adónde vamos.
Diana: Me parece muy interesante lo que habláis dela mochila. ¿Cuál es la mochila que traíais de vuestro aprendizaje tanto como alumnas como luego como profesoras…?
Desirée: Claro. Yo creo que la educación es eso: tú vas a una escuela, donde lo que se hace es de una manera convencional, donde tú vas como alumna y aprendes de lo que recibes, de tu maestra ejemplar. Vas a la universidad y sigue siendo lo mismo: alumnos sentados... y vas acumulando información. Llegas a un conjunto de niños, te quedas delante de ellos y, bueno, en principio un poco transmites lo mismo. A mí me pasó, no sé si era también tu caso...
Isabel: No. Lo mío es diferente.
Desirée: A mí me pasó lo que todo el mundo hacía: ponerme delante de los niños y la maestra como punto principal. Y cuando realmente estás con los niños y te bajas, te pones a su altura, les observas, es cuando comienzas a plantearte otras cosas.
Entonces esa mochila iba cargada de una manera de hacer, de acompañar. Que también venía como muy dada por la sociedad, por cómo yo había recibido el aprendizaje, que en mi caso ha sido muy convencional.
Y para mí era la mejor manera que tenía de hacerlo en este momento. Cuando sales de la universidad es así. Y luego cuando conoces otras escuelas, otros maestros diferentes, con ideas, con muchas ganas, comienzas a sentir algo diferente.
Yo sentía que tenía que nutrirme de todo el mundo y al nutrirme, nutrirme, nutrirme, poco a poco sabes qué tipo de maestra quieres ser, cómo quieres acompañar a los niños. Y en este camino me encontré a todas ellas en Mestre Morera.
Isabel: Mi caso fue un poco diferente. Yo como alumna fui a una escuela, no como esta ni mucho menos, pero por una serie de circunstancias, por el barrio donde estaba, los profesores tenían una escucha muy diferente. Y yo soy maestra porque a mí como alumna me han cuidado mucho.
Y entonces cuando yo llegué a la facultad, yo tenía en la mente esas maestras que nos habían escuchado a los alumnos, que nos llamaban por nuestro nombre, que sabían nuestra historia, que sabían nuestra vida de manera profunda. Y que la tenían en cuenta y la integraban dentro de la escuela. Y lo que fue extraño para mí es llegar a las escuelas y decir: «¿Esto qué es? Yo no he estudiado para esto. Esto no es lo que he vivido yo como alumna».
Y no era nada comparado con lo que estamos haciendo aquí ahora, pero en el fondo yo siempre tengo presentes en mi mente a estas maestras que nos querían un montón, y se notaba que nos querían a todos y nos cuidaban. Dentro de los recursos que en aquel momento había pues investigaban, buscaban y se movían dentro de sus posibilidades para que tuviéramos otro tipo de educación. Entonces para mí era muy extraño... para mí eso, lo que vi en principio, no era ser maestro.
Y cuando llegué al Mestre Morera, que tenía una amplitud de miradas diferente y estaban todas ellas, entonces respiré y dije: «¡Ah vale! Eso es lo que he vivido como niña».
Y aquí siento muy reconocido todo esto por lo que yo quería ser una maestra, una experiencia sin la cual probablemente no querría ser una maestra. Pues mi mochila es lo que se ha quedado en el presente de estas maestras mías, que con pequeñas excepciones eran maravillosas conmigo y mis compañeros: cómo nos cuidaban, como nos escuchaban, cómo nos hablaban a mí y a mis compañeros.
Me acuerdo cómo íbamos a un profesor y preguntábamos si podríamos hacer una obra de teatro y él respondía: «Venga, vamos a hacerlo». Y eso es lo que yo hago ahora como maestra: los niños quieren hacer cosas y yo les posibilito todo aquello que necesitan para hacer cosas que desean.
Diana: Desirée, en tu caso, ¿qué te despertó la maternidad?
Desirée: Lo que a mí más me despertó era el poder acompañar a un niño pequeño. Ver todo este asombro, ver toda esta potencialidad que hay en un niño. Y el yo haber acompañado a niños de 3, 4 y 5 años y mayores y veía que esto iba desapareciendo.
Era como unas ganas de preservar toda esta creatividad. Ellos nacen con una capacidad maravillosa de poder empezar a reconocer el mundo, de caminar, de hablar… lo más difícil lo hacen los más pequeños. Entonces esto a mí me cuestionó mucho como maestra, dejar toda esta libertad y toda esta creatividad y toda esta iniciativa propia que ya desde muy pequeños la tienen. Me preocupaba mucho cómo se perdía todo esto a lo largo del tiempo.
Y me preguntaba mucho por el porqué, por qué esto pasaba. Y sobre esto reflexionaba al acompañar a los niños: les dices todo lo que tienen que hacer, que esto que lo otro, sin dejarles la iniciativa... pues es normal que al final todo se pierde por el camino.
A mí me despertó encontrarme con la magia, con el asombro, con la potencialidad del ser humano.
Diana: ¿Qué dificultades habéis encontrado?
Isabel: Desde el punto de vista de las familias es un proyecto que está bastante buscado. La gente viene sabiendo ya bastante de qué va todo esto.
Pero sí que es cierto que hay familias que no sabían muy bien adónde iban y ha sido una historia muy bonita de descubrimiento para ellos y de acompañarlos para nosotros.
También es cierto que hay familias que no lo sostienen y se van, cambian de escuela. Y también hay que respetarlo. Es una opción. De hecho lo ideal sería que tuvieran la libertad de escoger el proyecto que se ajusta a la mentalidad de la familia de cada uno para ser coherente.
Desirée: También hay algo que a mí me ha gustado mucho: la aceptación, el conocernos. Desde el primer año cuando lo hicimos con las pocas familias cuando comenzamos y, en poco tiempo, cómo ha crecido el interés de las familias en general, tanto del barrio como no del barrio.
Yo recuerdo los orígenes, cuando nos reuníamos con 25 familias donde no había nada, de ese pequeño número de familias que confiaron en nosotras solo viendo unas imágenes y nuestras explicaciones, y sintiendo nuestra pasión.
Y cómo, poco a poco, hemos podido crear todo esto. Nosotras como maestras también crecimos a la vez que todo este maravilloso equipo humano de la escuela.
Ahora mismo cuando estamos aquí en Dirección las familias nos buscan, llaman, te explican las ganas que tienen y los problemas que no les permiten acceder.
Hay mucha gente que busca esta manera de acompañar pero es complicado porque actualmente hay pocas escuelas con esta manera de hacer las cosas. Ha sido un proceso bonito desde el origen, de crecimiento en todos los aspectos.
Isabel: Lo que sí es cierto es que cuando, por ejemplo, comentas con amigos o con gente que está un poco fuera de este círculo que es la escuela, pues hay cierta incomprensión y siempre aparecen las mismas preguntas y dudas: «El mundo no está preparado para esto, les tenéis que enseñar lo dura que es la vida, porque si no es como crear una burbuja», y una serie de cosas que aparecen por ahí. Y yo creo que es un síntoma de una sociedad y de una cultura que no está preparada para recibir a los niños.
Entonces la confrontación que puede darse aveces no es una confrontación con nuestra pedagogía, es una confrontación con cómo acoger a los niños dentro de la sociedad y la cultura. Muchas veces dices, claro, habría que prepararlos para la dureza de la vida… ¡Ostras! igual habría que preparar la vida para que pudiéramos tener cabida todos, para que no todos nos adaptemos a un modelo único de individuo, de personas, de vivir.
Desirée: De competencia. De poder acompañarnos, de respetarnos, de poder convivir tranquilamente. Los unos con los otros.
Isabel: En este sentido nos hemos confrontado mucho con el público. Nos hemos confrontado en el sentido de que abrimos mucho las puertas. Ofrecemos muchos espacios para que la gente pregunte, que la gente que tiene curiosidad tenga ganas de preguntar. Y nos dimos cuenta de que la pregunta en cuestión que está detrás de todo esto es la falta de espacio que tiene el niño en este mundo.
Diana: ¿Por qué no hay más escuelas públicas con esta pedagogía?
Desirée: Nosotras que hacemos jornadas pedagógicas a las que vienen muchos maestros de muchas escuelas, cuando entran y les enseñas, todos salen maravillados. Vienen y te hablan de las ganas que tienen incorporar todo esto. Y creo que no hay más escuelas como esta por el ritmo que llevamos, o sea, por la aceleración, por el miedo al cambio: lo que ya está, está, y funciona.
Isabel: O parece que funciona.
Desirée: Este es él porque no vamos a cambiar. Es un poco por esta parte del miedo. Miedo a ser atrevido, miedo a esos pequeños cambios que generan otros cambios. Yo a estos maestros que vienen siempre les digo: «Empezad con pequeñas cositas».
Eso es como una cosita que va llegando. A todo el mundo le gusta estar a gusto, tanto a los maestros como a los niños. Entonces yo creo que la cuestión está en pequeñas cositas: mobiliario, ser amable, por ejemplo. Ir ampliando, discutir los ciclos, las cosas, ser atrevidos a llevar estos proyectos. Yo creo que es esto, el miedo a cambiar la tradicionalidad.
Isabel: Yo pienso que en general los maestros son muy responsables con su profesión y se toman muy en serio su trabajo, casi todos. Algunos no, como en todas las profesiones, pero en general sí que lo son.
Es el riesgo lo que da miedo. Dices: «Vale, quizá igual de otra manera podría funcionar, pero claro, ¿y si me arriesgo y la pifio, y realmente les hago un mal a estas criaturas?». Yo cuando hablo con estos maestros que vienen y piden asesoramiento veo que lo que hay detrás es esa híperresponsabilidad, esa sensación de que el riesgo crea una incertidumbre... que puede haber un error del que pueden arrepentirse toda la vida.
También la responsabilidad que la sociedad y la cultura están ahora mismo depositando en las escuelas y en los maestros es muy fuerte, y creo que hay miedo de equivocarse. Lo que pasa es que es un miedo que también hemos tenido nosotras, y lo hemos vivido y lo hemos sostenido.
Desirée: Y hemos dicho: «No. Seguimos en este punto, seguimos adelante».
Isabel: Y aunque vamos consiguiendo cosas, y cada logro es como ¡Wow, lo hemos conseguido! ¡Teníamos razón! ¡Mira tú, aquello que empezamos en P3 es ahora cuando lo vemos! Es ahora cuando estamos recogiendo los frutos y es muy bonito ver la evolución. Y creo que también crear una escuela desde cero, también ayuda. Nosotras hemos tenido el privilegio de empezar un P3, dos P3, que hemos hecho de dos líneas, después dos P4… y eso también ayuda, ofrece el tiempo de reflexionar cada día.
Reflexionar sobre cómo cambiar, cómo mejorar. Ver como los niños interactúan con el material. Y es verdad que en una escueta ya creada con 500 alumnos es muy difícil encontrar estos puntos de conversación pedagógica, de poder reflexionar.
Esto nosotras lo agradecemos porque ha sido una oportunidad importantísima de poder empezar una escuela desde cero. Ha sido un privilegio.
Si te ha gustado esta entrevista, te recomendamos el post de nuestro blog “Cuidar lo invisible a los ojos: Congrés-Indians”.