Hay una hora para cambiar la escuela. Y otra para dar las gracias.

Y es ahora.

Estos días han sido frenéticos. No sé si volveremos a escribir sobre ello, porque da para un post largo, pero resumiendo mucho, estamos exhaustos.

El sábado por la tarde, media hora antes de que se cumpliera el plazo para lanzar la campaña de Thunderclap, el alcance era brutal. Habíamos pedido 100 apoyos. Tuvimos 355. Y a las 6:30 de la tarde se enviaría automáticamente un mensaje a través de Thunderclap que verían casi 160.000 personas y que enlazaba a un vídeo...¡vacío!

Faltaba media hora y todavía no estaba procesado el metraje de alta resolución. El ordenador no daba más de si, se colgaba...llevaba horas, días encendido, al igual que nosotros. El enlace que se compartiría en realidad no estaba vacío, mostraba un vídeo de prueba privado que mejor que no viese nadie. Ante esa situación, con escasos minutos de margen, Diana y yo decidimos a última hora suscribir una cuenta de pago en Thunderclap. Una cuenta que nos diera la opción de cambiar la fecha.

Así que, al igual que se hace con la lanzadera espacial, retrasamos el lanzamiento. Esa noche pude dormir algunas horas, después de más de 30 seguidas frente al ordenador. Pero todavía quedaba mucho por hacer. La web no estaba (ni está todavía) totalmente lista. Daba fallos de diseño, de funcionalidad...pero no podíamos retrasarlo más. Decidimos que lo iríamos resolviendo sobre la marcha.

Así que el domingo, a las 19:30, salió el vídeo. Y ahora mismo recoge casi 2000 reproducciones en Vimeo, más de 800 en YouTube (el canal que menos hemos promocionado) y ... 45.000 en Facebook, donde se ha compartido casi 1000 veces. En tres días, nuestra página ha registrado más de 1500 nuevos seguidores. La web ha visto multiplicadas por 9 las visitas, y hemos recaudado con la campaña de recaudación casi 1000€ para financiar el documental.

Leyendo y oyendo los comentarios de las personas que han visto el clip nos emocionamos. Las horas robadas al descanso no pesan ante ese impulso de vitalidad que supone el reconocimiento de tu esfuerzo. Más que eso. Que tu esfuerzo les haga felices, aunque sea durante los dos minutos que dura el vídeo. Que al leer entre líneas sepas con certeza que hay emoción, emoción real, en la persona que escribe. Que algo ha sentido en su interior y que ahora ya no es la misma persona, se ha transformado.

Y todo gracias a ti. No nos cansaremos de decirlo. Este proyecto lo iniciamos dos adultos y una niña pequeña. Pero no sería nada sin tu ayuda que, junto a la de tantas manos generosas nos ha ido transportando de un lado a otro. Unas nos habéis dado voz, otras cama y comida. Otras, palabras de ánimo que allanan el camino.

Pero aun queda mucho por hacer. Tenemos tres meses por delante y, para que este documental llegue a todas las personas a las que necesitamos que llegue (y no es plural mayestático, esto nos afecta a todas y a todos), hacen falta muchos apoyos. Si el día 17 de enero no hemos alcanzado el mínimo de financiación se perderán muchas cosas. Habremos perdido tiempo, dinero y fuerzas. Y no solo eso.

Se perderá la posibilidad de traducir y publicar el libro que inspiró nuestro viaje, "Aprender en libertad", de Peter Gray, un ensayo esclarecedor y riguroso sobre qué es lo que necesitamos los seres humanos antropológica y psicológicamente, para aprender. Se perderá un precioso cuento que ahora ilustra Alicia Borges y narra Ana G. Castellano y que sabemos que le encantaría ver y escuchar a los más pequeños y leer a los más grandes. Y nos alejaremos de la posibilidad de que este documental pueda cambiar la visión que muchas familias, docentes y políticos tienen de la educación a día de hoy, lo que es, en realidad, nuestra última meta.

Pero esperemos que eso no suceda. Que finalmente podamos leer esos libros y ver ese documental. Cuando muchas manos se juntan pueden hacer cosas increíbles, mágicas. Y la magia nos ha venido acompañando todo el camino desde que nos subimos a la bicicleta el 20 de marzo del 2014, con 35.000kms por delante. Así que, ¿por qué dudar ahora? 

Por tus manos, por tu corazón y, por tu magia, gracias. ¡Mil veces gracias!

Diego, Diana y Jara.